Tendencia: balón gástrico en cápsulas ingeribles
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La obesidad es uno de los grandes males del siglo XXI. Los desequilibrios en la alimentación y el estilo de vida cada vez más sedentario está generando una sociedad cada vez más propensa a la obesidad.
Los hábitos alimenticios son fundamentales pero parece que se respetan cada vez más. La comida rápida y el abuso que se hace de los panificados industriales, sumado al sedentarismo son las causas principales de los problemas gastrointestinales, metabólicos y la obesidad. Estar excedido de peso no solo afecta a nivel estético sino que también se relaciona con otros problemas más graves de salud, como la diabetes, el colesterol alto, la hipertensión o el riesgo de infarto.
También es cierto que muchas personas sufren de problemas metabólicos que aun haciendo dieta no pueden controlar el peso, entonces los médicos pueden aconsejar otros métodos más radicales como la cirugía de balón gástrico o de reducción de estómago, para tratar de que el paciente pierda peso con mayor rapidez y pueda hacer sus actividades cotidianas sin inconvenientes.
Un método popular: el balón gástrico
Uno de los métodos más utilizados para tratar la obesidad es el balón gástrico. Se trata de una esfera de silicona flexible que se introduce en el estómago para dar sensación de saciedad. Se coloca mediante endoscopía y suele retirarse a los seis meses. Lo que hace el balón es ocupar parte del estómago, por lo que el paciente se siente lleno mucho antes, reduciendo de forma drástica la cantidad de alimentos que ingiere.
Es una intervención que debe ser controlada por un profesional. No obstante, no se trata de un procedimiento complicado pero sí requiere pasar por el quirófano dos veces, al colocarlo y al retirarlo. En ambos casos se utiliza anestesia general.
El balón gástrico en píldora: una alternativa menos invasiva
Una alternativa novedosa al balón gástrico tradicional es el balón que se toma como si fuera una pastilla. Tiene la forma de una píldora unida a un catéter fino y cuando el paciente lo toma, se infla. Después de tomar el balón, se realiza una radiografía para ver si está alojado correctamente en la cavidad gástrica y después se llena el balón con 550 mililitros de solución fisiológica, utilizando el catéter.
Todo el procedimiento no dura más que unos minutos y evita tener que pasar por el quirófano y por la anestesia. No provoca dolor aunque puede generar ciertas molestias o incluso náuseas durante unos días.
Una vez lleno, el balón queda flotando en el estómago y ocupa dos tercios del mismo. Así, el paciente se siente saciado con mayor rapidez y disminuye la ingesta de alimentos. El tiempo estimado del tratamiento es de 4 meses y puede llegar a perder hasta 12 kilos si sigue también el plan de alimentación o una dieta propuesta por un nutricionista. Esto último es fundamental para que funcione el tratamiento.
Una vez pasados cuatro meses el balón se abre y tanto su material como su líquido de relleno se expulsan de forma normal con las deposiciones, sin causar ningún daño ni al estómago ni al intestino.
Como el paciente no tiene que pasar por el quirófano, el riesgo es menor, especialmente en estos casos de obesidad.
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Otros tratamientos complementarios
El balón gástrico es un procedimiento de gran ayuda para conseguir perder peso con rapidez pero debe ser apoyado o complementado con cambios en el estilo de vida que se prolonguen en el tiempo. Por eso es fundamental que los pacientes hagan un tratamiento integral y multidisciplinar asistidos por otros profesionales como nutricionistas y psicólogos.
El objetivo final es que el paciente adquiera buenos hábitos de alimentación y no solo que baje de peso. El balón gástrico no adelgaza, es solamente una ayuda. Lo que verdaderamente funciona es comer sano y realizar actividad física regularmente. Es importante entender que los tratamientos milagrosos no existen, que implica mucho esfuerzo y autodisciplina por parte del paciente y que el acompañamiento psicológico es fundamental.
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