Lunares comunes y lunares peligrosos: ¿cómo distinguirlos?
Los lunares son crecimientos cutáneos que pueden tener distintos colores (rosado, rojo, azul, naranja, marrón oscuro, negro) y distintas formas (planos o elevados, grandes o pequeños).
Son alteraciones que se producen sobre la piel cuando los melanocitos, las células que se ocupan de la producción de melanina, se agrupan y producen un color diferente en la piel. Algunos de ellos son congénitos, es decir, los tenemos desde el nacimiento. Otros son adquiridos y aparecen durante los primeros 20 años de vida y, a medida que pasa el tiempo, suelen cambiar de aspecto.
Existe un tipo especial de lunares que están más predispuestos a convertirse en melanomas. Son los llamados nevus displásicos y pueden reconocerse por varias características que te enumeramos a continuación.
Tienen bordes irregulares o difusos
Contrario a los lunares benignos, que tienen bordes bien definidos, los nevus presentan una forma irregular y es difícil precisar dónde empiezan y dónde terminan.
Forma irregular
La mayoría de los lunares son redondos así que si ves uno asimétrico, prestale más atención.
No son de un color homogéneo
Si un mismo lunar presenta varias tonalidades de color dedicale mayor cuidado y revisalo con frecuencia.
Tamaño grande
Los lunares suelen medir hasta 5 o 6 mm de diámetro. Si tenés un lunar más grande que eso, o si creció en relación a su tamaño normal, consultá con un dermatólogo.
Se inflama, pica, duele, sangra o se ulcera
Si el lunar presenta alguna de estas características, consultá rápidamente con un especialista porque son signos fuertes de una alerta melanoma. Lo mismo si aparece de repente y se pone negro.
Tené en cuenta que si en tu familia hay antecedentes de cáncer de piel o lunares malignos, la consulta con el dermatólogo debe ser frecuente.
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