Carillas dentales: ¿qué hay detrás de la sonrisa perfecta?
Utilizadas en los años treinta por las estrellas de Hollywood, hoy las carillas dentales representan una de las soluciones estéticas para mejorar la sonrisa, más solicitadas en las consultas odontológicas. ¿Qué son? ¿Qué eficacia tienen? Te contamos todos los detalles en esta nota.
Las carillas dentales son una solución efectiva para mejorar la sonrisa, cuando tenemos un presupuesto ajustado. Por definición, se trata de un procedimiento restaurativo que “enmascara" la superficie visible del diente para corregir problemas estéticos menores.
Esta técnica fue desarrollada primeramente en la década del treinta en los llamados “Frentes de Hollywood". La invención se debe al Dr. Charles Pincus de Beverly Hills, pero por aquellos años no eran más que simples máscaras de resina acrílica, poco resistentes y de corta duración. Hoy en día se fabrican en cerámica (porcelana dental) y composite (resina) otorgando buenos resultados a la vista:
- Ocultan los defectos de los dientes mal posicionados
- Cambian la forma de los dientes con aspecto anormal
- Ocultan las manchas y el tono amarillento de los dientes
- Brindan un aspecto natural
Composite vs porcelana
- Carillas de porcelana: después d ela impresión dental se envían al laboratorio dental para su confección. Llevan unas tres sesiones (diagnóstico y planificación, preparación del diente y aplicación) y duran unos diez años.
- Carillas de composite: las aplica el odontólogo directamente sobre el diente en una sola sesión y se utilizan preferentemente con una finalidad funcional más que estética. Duran entre cinco y siete años.
Ambos tipos son efectivos, pero las de porcelana son más resistentes a las manchas y a la coloración amarillenta, aunque su costo es también más elevado. No obstante, en la primera consulta con el dentista será éste quién evalúe cuál es la mejor opción en cada caso particular.
Algunas cuestiones a tener en cuenta…
Las ventajas de las carillas dentales son muchas, su aplicación es indolora y es un procedimiento menos invasivo y más económico que los implantes o las coronas. Sin embargo, hay que tener en cuenta también que se trata de un proceso no reversible, no repara el diente soporte, no soluciona problemas de hipersensibilidad, no se aplica a las personas que sufren bruxismo y puede traer dificultades para masticar durante los primeros días.