"Quiero recuperar lo que el cáncer de mama me quitó": nueve mujeres nos cuentan cómo superaron la enfermedad
Cada año son diagnosticadas con cáncer de mama, solo en España, más de 25.000 mujeres. A pesar de que esta enfermedad puede afectar a ambos sexos, solo en el 1% de los casos la sufren los hombres. Por ello, desde la Sociedad Española de Oncología Médica afirman que es el tumor más habitual entre las mujeres.
Una vez se confirma la enfermedad, la cirugía supone el tratamiento más habitual para curar el cáncer, complementada en muchas ocasiones por sesiones de radioterapia, hormonoterapia o quimioterapia. A pesar de ello, la extirpación del tumor y de parte del tejido sano, que en la mayoría de los casos incluye también la mama, supone un duro golpe emocional a la autoestima de la mujer, que, además de hacer frente al diagnóstico, tiene que lidiar diariamente con sus secuelas físicas y psicológicas.
Fany pasó dos años muy difíciles a causa del cáncer de pecho, «el tratamiento fue duro», la quimioterapia, muy violenta para el organismo, «pensé que nunca iba a salir de esto», escribe. Al final, perdió el pecho. Cuando consiguió recuperarse, afrontó la reconstrucción mamaria.«Yo lo único que pedía era un médico profesional, bastante especializado y certificado, no quería ponerme en manos de cualquiera». La recuperación fue dura, siempre lo es. Ahora, se encuentra con fuerzas para hacerle frente a todo, con muchas ganas de seguir viviendo y comerse el mundo.
El valor, la entereza y el coraje que demuestran estas luchadoras contrasta con el desánimo que provoca el largo periodo de tiempo que deben esperar muchas de ellas para poder someterse a una reconstrucción de pecho.
Es el caso de Carolina, que, tras el diagnóstico, se tuvo que someter a una mastectomía y a doce sesiones de quimioterapia. Aún hoy sigue esperando poder reconstruirse el pecho. Está «convencida de que el tratamiento contra del cáncer de mama debería terminar con la reconstrucción», reconstrucción que «va más allá de la estética, es volver a recuperar la confianza y la autoestima, es el peso y volumen que se pierde, es la parte femenina de la mujer», apunta.
En su caso, al residir en México, la reconstrucción solo es posible en algunos estados, donde «la fila de espera para este tipo de programas es enorme». Pese a todo, no cesa en su empeño de «buscar una opción alterna». Su deseo, como el de muchas, es claro: «Quiero recuperar lo que el cáncer me quitó. Si bien estoy viva, no estoy completa».
En muchas ocasiones, la situación política y económica del país está detrás del enorme retraso que existe para efectuar la reconstrucción mamaria. Aline lleva cinco años esperando la reconstrucción, «el hospital responsable no puede hacerlo debido a la crisis». Operada del pecho derecho, para ella, lo más doloroso es imaginar su aspecto cuando adquiere una prenda de vestir: «cada vez que compro ropa tengo que valorar primero cómo se verá, estoy muy triste por eso, necesito la cirugía para volver a vivir mejor, porque nunca seré la misma».
Y es que la concienciación social es otra de las asignaturas pendientes. La solidaridad con el cáncer de mama y la normalización de la enfermedad entre la sociedad ayudaría sobremanera a que estas mujeres recuperaran su autoestima.
Ana María afirma que «es muy duro vivir en una sociedad en donde se mira y se aprecia más la forma y el tamaño de los senos que lo que hay detrás de ellos». En su caso la reconstrucción se llevó a cabo pasados unos meses desde la mastectomía, que fue bilateral. Ella recuerda el momento como una etapa de «incertidumbre por no saber cómo iba a quedar, y de mucha ansiedad». A pesar de ello, continúa, «lo más difícil del posoperatorio fue el drenaje de las heridas, además de los dolores que aún me acompañan en algunas ocasiones» nos cuenta. Ahora dice estar contenta con su figura y sobre todo con su vida.
Yessy está esperando a que la reconstrucción se realice. Al año de practicarle una mastectomía radical, vio cómo la enfermedad se reproducía en la matriz, que igualmente tuvo que ser extirpada junto con los ovarios. Tras las difíciles sesiones de quimioterapia, que llegaron a consumirla física y psicológicamente, ha recuperado su autoestima y las ganas de seguir viviendo: «No me importa que me quiten (los pechos), solo quiero seguir viviendo para mis hijas: una de 15 años y la otra, de 7 años, las cuales han sido la fuerza para no perder mi fe». Y añade: «Hoy veo mi cuerpo ante el espejo y digo: "¿cómo hice para superar esto"?». Porque, como señala, son muchas las que se quedan en el camino. A la alegría por haber superado su cáncer de mama se suma la extraordinaria noticia de que, por fin, puede someterse a la reconstrucción de pecho.
Y es que la reconstrucción es la mejor manera de compensar los daños emocionales que conlleva la mastectomía. Por eso, Carine la considera «necesaria y positiva» para la estima de la mujer, aunque el proceso fue, en su caso, «largo y costoso». Lucia se sometió a una reconstrucción mamaria inmediata, es decir, realizada en la misma intervención que la mastectomía bilateral, una vez se ha extirpado el tumor y la mama. Para ella, la reconstrucción supone el mejor modo de «recuperar la posesión de la feminidad después de un proceso tan doloroso y traumático». Aunque en su caso, tuvo que repetirse la reconstrucción al año porque «no estaba satisfecha».
Para Jmsvarusha, sufrir cáncer de pecho le motivó a operarse. «Me realizaron una mastectomía con reconstrucción inmediata mediante la técnica de expansor (tisular) en un pecho y una tumorectomía con mastopexia en el otro. No sentí dolor en ningún momento, lo que sí, mucha opresión. Después me realizaron una liposucción para infiltrar (grasa) en la mama y proteger la prótesis». Para Jmsvarusha lo más difícil fue «asumir la enfermedad». Echando la vista atrás, lo que más destaca es el trabajo de los cirujanos que hicieron posible que ella superara la enfermedad.
La labor de los oncólogos y cirujanos durante todo el proceso es fundamental. Estos profesionales realizan siempre un trabajo ejemplar, valorando la mejor forma de intervenir el tumor en función de cada paciente. En algunos casos, por medio de una cirugía conservadora, que permite extirpar el tumor y el tejido que lo rodea manteniendo la mama. El lugar en el que se encuentre el tumor, su tamaño o el tamaño del propio pecho de la paciente son determinantes para estudiar si es posible afrontar el cáncer de este modo u optar por una mastectomía.
El papel que desempeñan los cirujanos es quizá la labor que más elogian las mujeres que han padecido cáncer de mama. Laura destaca el trato exquisito que recibió, así como la paciencia y el cariño de estos especialistas, que diariamente deben hacer frente al tratamiento de esta afección. La propia Laura nos cuenta la enorme labor que desarrollan estos profesionales: «Desde el momento que llegué con el cirujano plástico que me operaría, me sentí tan tranquila, ya que él me transmitió la confianza que necesitaba y comprendió perfectamente lo que yo sentía y quería al reconstruirme». Una tarea que va más allá de lo estrictamente laboral para ahondar en el valor humano.
Y no solo es importante el apoyo y el cariño de los cirujanos y oncólogos, también el apoyo emocional es igual de especial. De ahí que muchas de ellas hayan recibido la atención individualizada de terapeutas especializados en psicoterapia oncológica, profesionales que asisten a la paciente y a su familia durante estos momentos tan complicados. Como apunta Laura, la extirpación de la mama «no me hacía (sentir) menos mujer, pero psicológicamente si te afecta porque al verte a diario las cicatrices de la mastectomía, me recordaba por la mala experiencia pasada». Es precisamente durante ese tiempo cuando el choque emocional se hace más fuerte si cabe; cuando ya has superado la enfermedad, pero siguen estando las lesiones, unas lesiones que evidencian una batalla ganada, pero que no dejan de ser parte de una experiencia traumática.
Los cirujanos, junto a todos los profesionales que durante el proceso asisten a las mujeres que son tratadas con cáncer de mama, permiten dotar de fortaleza emocional a la mujer, ya que, además de incrementar su autoestima, recuperan su feminidad, por lo que vuelven a encontrarse de nuevo completas, pero sobre todo, se siente más seguras de sí mismas.
En la actualidad, la detección precoz constituye la mejor garantía de superación, porque a pesar de que el índice de mortalidad se ha reducido de manera importante, solo el 24 % de las pacientes a las que se les ha detectado cáncer de mama en fase III sobreviven a la enfermedad. De ahí que resulte vital concienciar a la población sobre la necesidad de llevar a cabo controles rutinarios, entre los que destacan las autoexploraciones mamarias, fundamentales para la detección precoz de este tumor.