La rosácea es una enfermedad crónica que produce una inflamación en la piel, específicamente, la del rostro. Sus síntomas más comunes son el enrojecimiento del área de las mejillas y el entrecejo, también la inflamación de pequeños vasos sanguíneos que se hinchan hasta hacerse visibles en un tono rojizo, según explica la Sociedad Argentina de Dermatología.
El desarrollo de la enfermedad es evolutivo, se da a través de períodos de brotes y remisión, aunque el enrojecimiento puede ser un síntoma persistente. A medida que la enfermedad se desarrolla puede causar la aparición de pústulas o protuberancias con pus, prurito, ardor y sensibilidad, inflamación e irritación de los ojos y párpados, en casos más extremos puede producirse en un engrosamiento de la piel y una hipertrofia o agrandamiento de la nariz.
Es una enfermedad crónica y evolutiva, se presenta en cuatro fases con distintos síntomas y complejidades para el paciente:
Fase 1: es la etapa inicial, se conoce médicamente bajo el término rosácea eritemato-telangiectásica, según la Sociedad Argentina de Dermatología es común que el paciente presente enrojecimiento y vasos dilatados persistentes en el área de las mejillas y la frente.
Fase 2: en este punto de su evolución los síntomas de las rosácea pueden confundirse con los del acné ya que además del enrojecimiento suelen aparecer pústulas o granitos y pápulas o pequeños bultos en las piel. Es por esto que se le llama rosácea papulopustular.
Fase 3: se le conoce como rosácea fimatosa, para este momento la inflamación persistente puede causar la dilatación de los poros y las glándulas sebáceas produciendo un engrosamiento de la piel y acumulación de la misma, esto es lo que forma el común rinofoma en el área de la nariz, una inflamación que hace que esta tenga un aspecto bulboso. También puede hacerse presente en la frente y el mentón.
Fase 4: es definida como rosácea ocular, se produce la inflamación del área y piel de ojos y párpados que da la sensación de tener un objeto extraño en el ojo, enrojecimiento del área, dolor y secreciones. Puede avanzar hasta formar una queratitis que compromete la visión.
Si bien se desconoce la raíz o causa de la rosácea, algunos especialistas la asocian a factores hereditarios o una respuesta del cuerpo ante agentes externos como los ambientales. La Sociedad Argentina de Dermatología indica que además el paciente con rosácea debe estar consciente de que hay ciertas circunstancias que pueden estimular o desencadenar la aparición de un brote de enrojecimiento e inflamación en la piel, como por ejemplo:
El enrojecimiento facial es el síntoma más visible y distintivo, según la Sociedad Argentina de Dermatología, un 75% de los pacientes con rosácea la presentan. Dado que los principales síntomas de este problema cutáneo como el enrojecimiento, la inflamación cutánea e incluso la aparición de pústulas, pueden confundirse con otras patologías que afectan la piel como el acné o reacciones alérgicas, es necesario visitar al médico para recibir el diagnóstico necesario.
La aparición de enrojecimiento, inflamación o picazón, que persiste o aparece por temporadas, hace necesario la visita a un especialista para darle la atención y tratamiento adecuado.
Además, debés tomar en cuenta que es más común en personas entre los 30 y 60 años, en especial aquellos de pieles claras. Esta patología es mucho más frecuente en mujeres, sin embargo, hay complicaciones que son mucho más comunes en los hombres como la aparición de rinoformas o la inflamación de las glándulas sebáceas de la nariz que producen un engrosamiento y acumulación de la piel en la zona dándole un aspecto de bulbo.
Algunos de los medicamentos tópicos o sistémicos (antibióticos, antiinflamatorios entre otros) recomendados en el tratamiento están contraindicados durante el periodo de embarazo y lactancia, también en algunos casos de insuficiencia hepática o renal, otras contraindicaciones están relacionadas a daños en la piel como heridas o quemaduras, todos estos cuadros deben informarse al médico para ser tomados en cuenta al momento de sugerir un tratamiento viable.
Al ser una enfermedad crónica que afecta una zona tan visible como el rostro y cuyo desarrollo puede tener un fuerte impacto en la auto-imagen o auto-percepción del paciente y su desenvolvimiento social, la rosácea es una enfermedad que debe ser atendida por un especialista como un dermatólogo certificado. El profesional de la salud debe contar con el conocimiento y la experiencia para poder distinguirla de otras afecciones cutáneas y, así poder ofrecer un tratamiento adecuado al paciente con las técnicas ideales para aliviar los síntomas que presente.
Lo ideal es visitar a varios dermatólogos para elegir aquel que te de confianza, puedes verificar sus certificaciones visitando las páginas de organizaciones como la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, Sociedad Argentina de Dermatología y la Sociedad Argentina de Medicina Estética. También es recomendable revisar los comentarios y experiencias de sus pacientes en línea y ver los resultados disponibles de su trabajo.
La primera visita al dermatólogo para tratar la rosácea será de evaluación diagnóstica y también de despistaje. Dado que no hay una prueba específica para establecer que un paciente sufre de esta enfermedad el médico especialista debe hacer un estudio extensivo del estado de la piel y revisar la persistencia de los síntomas o la frecuencia de los brotes.
Aunque aliviar los síntomas produce un efecto a nivel estético, la Dra. Georgina Vidal Bianchi destaca la importancia de ser atendido por un profesional de la salud, dado que en esta visita el médico debe hacer una evaluación del historial médico del paciente, estudiar sus antecedentes y la posible herencia de rosácea en su familia, además podrá ser necesario solicitar ciertos estudios médicos para descartar otras patologías cuyos síntomas suelen confundirse con la rosácea como la psoriasis o el acné.
En este encuentro el dermatólogo sugerirá un plan de tratamiento y las técnicas a aplicar tomando en cuenta las características particulares del paciente y sus necesidades, también deberá explicarle el proceso y solventar posibles dudas. En casos más avanzados donde haya avanzado hasta producir irritación y daño ocular, se podrá remitir a un oftalmólogo para realizar el tratamiento en paralelo.
Se deben haber realizado las pruebas solicitadas por el médico para descartar otras patologías y confirmar el diagnóstico de rosácea. En los casos avanzados en los que el médico haya derivado a un oftalmólogo para tratar la inflamación en ojos y párpados se debe haber visitado a este profesional. También puede haberse comenzado el tratamiento con el psicólogo o terapeuta para el estrés o para lidiar con los efectos a nivel emocional de esta enfermedad crónica.
Dentro del tratamiento suelen recomendarse medicamentos tópicos u orales, por lo cual se deberá verificar la compatibilidad del paciente con estos y descartar posibles alergias.
En el caso de procedimientos láser, de luz pulsada o de abrasión/exfoliación, el médico podrá recomendar evitar exponerse al sol las semanas previas al tratamiento, usar protector solar, mantener un régimen de limpieza e hidratación, además de alguna otra crema para preparar la piel para el procedimiento según indica la Sociedad Argentina de Dermatología.
La rosácea es una enfermedad crónica, si bien no existe una cura para ella, su tratamiento es factible y se enfoca en aliviar los síntomas de la inflamación cutánea. Con este fin el dermatólogo podrá recetar tanto medicamentos como una serie de procedimientos que actúen en conjunto para obtener los resultados deseados. Acá podés conocer los diferentes tipos:
El proceso de recuperación dependerá de los medicamentos y procedimientos aplicados en el plan de tratamiento establecido por el dermatólogo especialista. En los días posteriores a procedimientos para tratar la dermis o tras haber iniciado el uso antibióticos o antiinflamatorios tópicos, la Sociedad Argentina de Dermatología recomienda:
Estos consejos ayudarán tanto a aliviar la inflamación propia de la rosácea como la producida por los tratamientos cutáneos, aunque esta última desaparecerá tras unos días y el médico podrá recomendar alguna crema o gel tópico para calmarla. La mayoría de los medicamentos orales tendrán un periodo con una dosis de adaptación para luego pasar a una dosis total durante el tiempo que determine el médico.
Los resultados van a variar según la condición de la piel del paciente y el nivel de desarrollo de la enfermedad, así como de los medicamentos y procedimientos realizados. También es necesario recordar que los resultados no son definitivos dado que la rosácea es un padecimiento crónico, pero los efectos del tratamiento pueden verse a largo plazo y se pueden sustentar siguiendo las recomendaciones del médico tratante.
El resultado de medicamentos orales como los antibióticos suele reflejarse tras la sexta u octava semana de uso, según indica la Sociedad Argentina de Dermatología, en este punto el paciente deberá también tener ya una dosis fija. Este mismo pico de efecto terapéutico puede observarse en el caso de las medicaciones tópicas.
En el caso de otros tratamientos que actúan directamente sobre la dermis y que requieren de un periodo de regeneración entre sesiones, los efectos podrán comenzar a verse tras las primeras sesiones pero será necesario completar el plan establecido para ver los resultados finales. Para métodos como la crioterapia el paciente puede esperar tener alrededor de 8 sesiones, en el caso de los tratamientos de luz pulsada pueden necesitarse entre 4 a 12 aplicaciones, una por semana.
El tratamiento para atender la rosácea suele ser prolongado y variar en complejidad, el paciente debe estar consciente de al igual que otros procedimientos que tiene un componente estético y otro sistémico, hay una serie de riesgos y complicaciones a tomar en cuenta, estos son los principales mencionados por la Sociedad Argentina de Dermatología:
Es válido destacar que la incidencia de estas complicaciones se reduce al realizar el tratamiento con un médico dermatólogo especializado que cuente con las distinciones y experiencias para tratar una enfermedad crónica de inflamación cutánea.
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